Click para ampliar la imagen |
Era su propia carne sinónimo de excentricidad, desde su imagen hasta su discurso y tratamiento artístico, Dalí, el genio poliédrico del siglo XX; el surrealismo no se pronuncia sin crear una imagen mental de su figura, presente en el imaginario colectivo, se consideraba un ser débil y repulsivo; místico y narciso, uno de los más grandes artistas del siglo pasado y de las páginas del arte.
Salvador Dalí tuvo un hermano mayor, también llamado Salvador, quien murió exactamente nueve meses antes de su propio nacimiento; fue quizás este episodio el que desencadenaría su tormentosa personalidad de retorcida raíz.
Se dice que cuando Dalí cumplió 5 años, fue llevado a la tumba de su hermano, y allí, con toda la lucidez que puede tener un niño de 5 años, le confesó ser su reencarnación, “probablemente fue una versión primera de mí mismo, pero concebido demasiado en lo absoluto”.
De Dalí, se sabe, desarrolló la escultura, el cine, la pintura y la ilustración, y fue con ésta última que desmenuzó su imaginación plástica con la que hizo su propia representación de los signos zodiacales. Él, un Tauro de nacimiento, se valió de la técnica para hacer suya la interpretación de populares universos, desde acuarelas como las que conforman su serie Fruit Dalí en la que hace una reinterpretación de las litrografías sobre botánica y las convierte en ilustraciones científicas sobre las que pinta y adorna con su particular estilo, dotando a la fruta y las flores de características antropomórficas, pasando por su versión del clásico de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas, en 1969, hasta su lectura de los signos del Zodiaco plasmados en 13 litografías, realizadas en 1967, que, fieles a su pensamiento resquebrajado, atestiguan la propia visión de las distintas personalidades astronómicas según Dalí.
Fuente: